GACETA DEL CHARRO
Fin de semana
Germán Dehesa
4 Abr. 08
En mi telenovela favorita las cosas no van nada bien para Candy, nuestra heroína. Por si algo le faltara, a su bodoquito de nombre Chava, le viene leucemia tapatiforme provocada por la maldad y desmesura de los guionistas que igual podrían haberle inventado pie de atleta en los ojos, o flebitis obliterante; pero no, se habrán dicho entre ellos, una buena leucemia es la que encogerá las almas de los televidentes y provocará mucho mayores efusiones de llanto. A este respecto, Candy demostró que no hace falta la presencia de Marga López para inundar un escenario. Chilló pero a fondo. La imagino berreando como descosida aun en ese largo tiempo que Televisa le concede a los publicistas para que puedan intercalar los treinta mensajes de costumbre. ¿Tiene miedo de que se queme su pelo?, dirá el anunciante; ¡buarghuusha!, dirá la Candy que al ser madre mexicana bien sabe que sin una sobresaliente capacidad lacrimógena no califica. Entre el chipotín que tiene leucemia (y que se va a curar, no tengan la menor duda), una epidemia de embarazos que azota Guadalajara y un megacamote sentimental que ya no nos permite saber con certeza quién anda con quién, quién es gay, quién no y quién campechanea. Ya tampoco logramos saber quién está esperando un hijo de quién y, por si no bastara con tantas perplejidades y pesares, vienen a cuadro dos mariachis hiperlactantes, una gorda desgarriatada y con furor ultramarino que se quiere merendar al Tío Meño que es, como dirían los psicoanalistas argentinos, de respuesta sexual homóloga. Tenemos también a un Emo capitalino que ya condujo al paredón a una hija/sobrina del Dr. Plástico quien también oficia con fruición en el altar de Eros a resultas de lo cual ya está esperando un chilpayate que fabricó en colaboración con una french poodle que no es ni buena ni mala, simplemente es inverosímil. Muy cerca de esta inverosimilitud está la hermana de Candy, una braverísima petacona que siempre está entrenando para irse a Irak, o para surtirse a su hermanita que le cae en los purititos callos porque su marido cuando no sueña con un balón, sueña con Candy. Este personaje se llama Patricio y parece de esos niños bien que dibujaba Abel Quezada para los anuncios de una crema capilar llamada "Wildroot". Patricio, aunque es hijo de Julio Alemán, es riquísimo y amasa fortunas exportando bateas a Los Ángeles. Ya no les cuento más para que ustedes puedan comprobar personalmente lo que les estoy contando. Me lo crean o no, la telenovela está divertidísima voluntaria e involuntariamente; el cuadro actoral es eficiente y el Flaco Ibáñez, Jacqueline Bracamontes, Silvia Mariscal, Jaime Camil y Valentino Lanús están excelsos. A todos ellos les agradezco esa hora diaria de diversión inteligente. Una sugerencia: maten a los patrocinadores, ¡yo pago!
Miren en lo que he acabado. Mi propósito inicial era hacer un resumen de lo acontecido en esta semana que fenece. En ese planteamiento ideal, me proponía rematar con los coscorrones que le puso Felipe a Elba Esther (¡qué bueno!) y a Josefina Vázquez Mota (¡qué malo!). Sin embargo, mi volátil imaginación me llevó por otros rumbos y ya no pude ni siquiera contarles lo gustoso y emocionante que fue para mí haber estado en Ibby de México, esta agrupación dedicada exclusivamente al libro infantil y juvenil. Allá en su sede les caí y les asesté una charla titulada "La Palabra", que ellos me solicitaron. Como todos los presentes andamos en lo mismo, todo fue de maravilla.
Hago muchas cosas en una semana y trato, so pretexto de ellas, de platicar contigo lectora lector querido. Continuaremos: HOY TOCA.
FRONTERA INVISIBLE
Hillary y los llorones
Sergio Muñoz Bata
4 Abr. 08
Sólo quienes ignoran el historial de la senadora Hillary Clinton, que nunca se ha dado por vencida, pueden sugerirle que deje la contienda por la nominación demócrata y traicione a los millones de mujeres, de latinos y de obreros que le han dado su voto. Sólo quienes ignoran el historial de Hillary pueden sugerirle que traicione a los millones de votantes que la han elegido
Es probable que otra persona con menos fortaleza que Hillary Clinton habría cedido ya a las presiones de algunos miembros de su partido que le exigen que se regrese a la cocina y le despeje el camino al hombre que tendría que enfrentarse a otro que dice ser más macho que todos. Según críticos como el senador Patrick Leahy, de Vermont, Hillary debería renunciar a sus aspiraciones de convertirse en la primera mujer candidata del Partido Demócrata que gana la presidencia de Estados Unidos para que su partido pueda empezar el proceso de cicatrización de las heridas de campaña y se unifique en la lucha contra John McCain, el virtual y único candidato de los republicanos a la justa del 2008. Entre los temores que han expresado los más timoratos, está que si no se apuran a presentar un frente unificado, los malosos republicanos tendrán hasta agosto para definir a su antojo el tono del debate presidencial. Señalan incluso, que McCain ya empezó a delinear su posicionamiento como la mejor opción para defender al país en tiempos de guerra viajando primero a Iraq y dedicando esta semana a visitar aquellos lugares de su vida que rememoran su pasado militar y el de su familia. Su abuelo y su padre fueron almirantes y él fue piloto de guerra.
Otro miedo que tienen los seguidores de Barack Obama es que Hillary siga rebajando la estatura de su candidato señalando que no está preparado para el puesto, que no tiene experiencia o que no se le puede confiar el mando de las Fuerzas Armadas. En otras palabras, que si no fuera por los señalamientos de Hillary, a los republicanos, que se han ganado el reconocimiento del mundo entero por haber elevado al nivel del arte la destrucción de sus oponentes, nada de esto se les ocurriría.
Otro argumento que utilizan quienes quieren obligar a la senadora Clinton a la sumisión, una virtud que consideran es apenas propia de su sexo, es que las fortunas que ambos candidatos demócratas están gastando en sus respectivas campañas deberían reservarse para enfrentar a McCain. Si siguen gastando a ese ritmo, dicen los asustados, no van a tener dinero para la grande. Aunque no lo dicen de manera explícita, parecen temer también, que si el 22 de abril Hillary gana la primaria en Pensilvania por el amplio margen que la mayoría de las encuestas predicen, su candidatura podría tomar nuevo impulso para ganar también en Indiana el 6 de mayo, en West Virginia el 13; en Kentucky y Oregon el 20; así como en Puerto Rico el 1 de junio, y en Dakota del Sur y Montana el 3, no obstante que algunos de estos estados ofrecen pocos delegados y aún concediendo que Obama seguramente ganará Carolina del Norte gracias al apoyo de la numerosa comunidad negra en ese estado.
Aquí habría que subrayar, sin embargo, que al menos en sus declaraciones públicas Obama ha tenido la elegancia de separarse del coro de los suplicantes. Varias veces ha dicho que ni espera ni quiere que Clinton deje la contienda. También ha enfatizado que lo justo y lo correcto es que el proceso siga su curso en concordancia con las reglas marcadas desde el principio de la contienda.
Y este es, precisamente, el punto central del asunto. ¿Por qué retirarse de la lucha cuando lo que se sabe es que ninguno de los dos va a llegar a la Convención con suficientes delegados para amarrar la nominación? ¿Por qué no dejar que se cumplan los tiempos y en la Convención se manifiesten delegados y superdelegados? ¿Le están pidiendo que abandone la carrera a la nominación antes de hacer un último esfuerzo porque se respete el voto de los ciudadanos de Florida y Michigan que la apoyaron y que no tienen culpa de la torpeza con la que el liderazgo de ambos estados se condujo intentando adelantar su primaria? Cuando Hillary lanzó su candidatura al senado por el estado de Nueva York no faltaron los agoreros del desastre que vaticinaron que sus índices de desaprobación le impedirían ganar el escaño. Lo ganó en el 2000 y lo volvió a ganar, de forma abrumadora, en el 2006.
Sólo quienes ignoran el historial de esta mujer que nunca se ha dado por vencida pueden sugerirle que traicione a los millones de mujeres, de latinos y latinas, de humildes obreros y empleados que le han dado su voto por todo el país.
Quienes conocen a Hillary dan por descontado que se necesita mucho más que el desgarramiento de vestiduras de unos cuantos miedosos para hacerla desistir de sus propósitos y doblegarla.
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